¿Cuál es el origen de la oblea? Os lo contamos en Pan de Ángel

Las medidas de una oblea llaman la atención. No llegan a los treinta centímetros de diámetro y apenas pesan nueve gramos cada una. Un dulce asociado a la repostería, a las pastas tradicionales y a las romerías, pero también a las hostias que se utilizan en la celebración de la Eucaristía. Lo cierto es que, tras tres siglos de presencia en la despensa de los salmantinos, las obleas nos siguen proporcionando un interesante arcano cultural en sus orígenes, que algunos unen a los primeros cereales cultivados en la meseta.

El origen de la oblea todavía está por definir. Lo cierto es que el término castellano oblea sigue teniendo un sentido religioso o sagrado. Los diccionarios, con frecuencia, la definen como “una hoja muy fina de masa de harina y agua, cocida en molde, de la cual se hacen las hostias”. El filólogo Clemente Barahona aclara que, en realidad, ese sentido religioso de la oblea no ha variado ni en su origen ni en su componente etimológico. Barahona apunta que oblea deriva del vocablo latino oblatio, que significa ofrenda, sacrificio hecho a Dios. Pero oblea, insiste el profesor, nos ha llegado al castellano desde el francés oublie, ya un viejo galicismo que muy pronto acogimos y que hemos aceptado, aunque, evidentemente, guarda relación con “oblata”, un latinismo muy conocido que, siendo participio del verbo oblero, significa ofrecida. Una vez evolucionada en oblada, en sentido estricto, representa el pan de la Eucaristía mientras que representa todo lo que se dona en el pan bendito.

Nosotros, tras leer con interés las palabras del profesor Barahona, nos quedamos con ese sentido de dar nuestro sacrificio, nuestra historia, nuestra seña de identidad a una bonita ofrenda del mercado alimentario del territorio español.